Nos vamos a...
Hoy os presento Artziniega, el pueblo que me vio nacer y en el que
me he criado. Perteneciente a la provincia de Álava y situado en el extremo
noroeste de ésta, limita con las provincias de Bizkaia (Gordexola), Burgos (Valle
de Mena) y Álava (Ayala). De este último ha adoptado el nombre el Valle de
Ayala al que pertenece junto a Amurrio, Laudio, Okondo y el ya mencionado
Ayala, así como Orduña en la provincia de Bizkaia. Como podemos observar el
pueblo se enmarca en un punto clave a la hora de determinar, entre otras cosas,
la lengua predominante del lugar. Y es que, su proximidad a la provincia de
Castilla genera que, aún los intentos de los jóvenes actuales, sea el
castellano la lengua predominante. Asimismo, y tal y como veremos, la
localización ofrece una variedad extensa de excursiones y actividades a lo
largo de todas las provincias mencionadas.
En cuanto a la extensión se refiere, Artziniega es un pueblo pequeño y tranquilo con una población que ronda los 2000 habitantes; como ya sabemos, las buenas esencias se guardan en frasco pequeño. Así, su encanto reside, por una parte, en un casco viejo de índole medieval donde todo está cuidado al detalle. Dicho casco antiguo tiene las características de una villa medieval construida sobre un promontorio, aprovechando las condiciones del relieve y con tres calles principales trazadas de este a oeste: la calle de Arriba con la iglesia en uno de sus extremos, la calle del Medio y la calle de Abajo. Pese a ello, las construcciones más importantes que han llegado hasta nuestros tiempos son palacios barrocos y renacentistas de los siglos XVII, XVIII y XIX. Ahora bien, su máximo esplendor medieval renace cada primer domingo de septiembre con el Mercado Medieval en el que todo el pueblo se vuelca. La magia de sus calles no ha pasado desapercibida para directores y productores eligiendo Artziniega como escenario rodajes importantes en los últimos años tales como ‘Gernika’ y ‘La pequeña Suiza’. Por otro lado, la naturaleza que envuelve todo el pueblo, con parajes impresionantes, parques (La Encina) y ríos, dota de paz y aire fresco a cualquiera que huya del bullicio de la ciudad. Además, y aunque en ocasiones se echan de menos más servicios y conexiones con el pueblo, cuenta con diferentes comercios y bares en los que suele respirarse un gran ambiente: la población joven es mayoritaria. Se agradece, en este sentido, que todo el casco, punto neurálgico en el que se concentran los servicios, sea peatonal. Así las cosas, quizá una de las mayores carencias del pueblo sea la falta de servicios del sector del transporte haciendo que el coche sea primordial para sus habitantes. No obstante, hay autobuses que conectan con Bilbao (35 kilometros) cada hora entre semana y cada dos los festivos y fin de semana. Actualmente, tampoco contamos con el hotel que se situaba en la "Torre” de la segunda mitad del siglo XV, por lo que todos los visitantes han de alojarse fuera del pueblo. A mi juicio el hotel más próximo y con mejores servicios de la zona es el Hotel Arcos de Quejana a tan solo 13 kilometros. En él, además de disfrutar de un paraje de película y una construcción de cuento, podrás degustar de una carta y un menú en el que la tradición y la innovación casan a la perfección.
Si atendemos a la oferta turística del lugar, en ella destaca un
abanico amplio de posibilidades que oscilan desde planes más tranquilos, para
los menos deportistas, y otros que combinan naturaleza y senderismo. Para los
primeros, recomiendo una visita al museo etnográfico de Artziniega, un traslado
al siglo pasado que ayuda a salvaguardar nuestras tradiciones. A lo largo de
sus dos plantas, podrás comprender cómo era la vida de nuestros mayores desde
su paso por la escuela a su labor como ganadero, pasando por las tiendas
típicas de la época, entre muchas otras cosas. A continuación, y para
adentrarse en las costumbres del pueblo, un buen poteo podría ser la solución idónea
para hacer tiempo hasta la comida. Llegada dicha hora, podrá acercarse al restaurante
La Encina a degustar su menú diario con una relación calidad-precio
inmejorable. Sin intención de dejar que las ganas de siesta nos invadan, podrá
aproximarse al parque La Encina en el que podrá visitar el Santuario que da
nombre a dicho parque. Como cabe esperar, toda la zona es rica en encinas por
lo que todo el parque está lleno de bellotas. Además, si usted posee de coche,
podrá acercarse a Maroño (12km), un parque con lago rodeado de montañas donde
ver un atardecer espectacular. Llegada la noche y para terminar un día más o
menos tranquilo, los bares del pueblo ofrecen ‘pintxopote’, una manera de
llenar la tripa barata y agradable. Al margen de lo expuesto, si lo tuyo es el
senderismo y los madrugones, le recomiendo acudir al nacimiento del Nervión
(24km, inicio del recorrido en torno a Delika) o la cascada de Gujuli (31km).
Ambos parajes naturales ofrecen unas vistas que hacen olvidar el posible
esfuerzo del recorrido. En esos casos siempre recomiendo, pese al frío en
invierno, comer en el destino disfrutando del entorno. Ya por la tarde, y si
las fuerzas nos lo permiten, bajar a los pueblos próximos sería una buena
manera de seguir conociendo la zona. Si se han decantado por el nacimiento del
Nervión, le recomiendo Orduña, mientras que, si ha tomado la segunda
alternativa, Izarra puede ser la mejor opción. Sea cual sea el plan que escoja,
debe reservar un hueco en su agenda para pasarse por el convento de las
Agustinas (situado en la Calle de Arriba) para comprar sus conocidas
rosquillas, el dulce por antonomasia del pueblo.
Después de todo lo expuesto, si Artziniega es su opción, siempre puede contactar con la oficina de turismo del pueblo para más información: 945 396 210.
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