Desconozco
cuando fui creada junto al resto de millones de copias que se generaron en todo
el mundo, pues, como sabéis, los objetos ya no entendemos de singularidad. Lejos
quedó el amor y el detalle de quien construye con sus manos un ejemplar único.
Sin embargo, lo que sí puedo garantizaros es que comencé a sentirme viva en el
instante en el que los ojos de una joven me miraron con el brillo de cien estrellas
polares la mañana de Reyes del 2007: “¡la nueva Canon 850 X!, ¡Gracias,
gracias, gracias!”. Entonces, queridos míos, era la nueva, hoy no soy más
que el modelo desfasado al que le siguieron la Y, la Z y todas las
combinaciones de números y letras que os podáis imaginar y que me recuerdan el
vertiginoso ritmo con el que avanza la vida de nosotras, las tecnologías.
Todo
lo dicho no son más que leves pinceladas de quien tiene el poder de capturar
cada instante en un solo click, de quien posee la capacidad de convertir los
recuerdos en imagen viva de lo que un día fuisteis, incluso cuando ya no estáis.
Soy, en definitiva, la que lucha contra el olvido, el mayor miedo que os asola
a los humanos, así que creo que merezco que mi historia también sea recordada
(pincha aquí).
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